Solaaaaaaaa!!! Como en la canción que cantaba Marta Sánchez de Olé Olé por fin se iba a quedar sola en casa. Sus padres se marchaban el fin de semana al pueblo y le iban a dar oportunidad de no acompañarlos.
No cabía en sí de la emoción. Telefoneó enseguida a Marta.
- - ¡Esta noche fiestón! – le dijo- iba a hacer algo en casa pero prefiero salir!!.
- - ¿Seguro? – le preguntó Marta.
- - Sí, voy a aprovechar que no tengo toque de queda.
Así que en cuanto el coche de sus padres arrancó y lo vio alejarse comenzó a arreglarse. Se amenizó con un disco de Luz Casal que le encantaba a su madre.
Con las medias de malla y el pelo lleno de laca salió de su casa. Había quedado con las chicas en el bar de Pablo, como siempre. Allí tomarían algo y luego a la disco.
- - Que te vas a quedar atontada- le dijo Marta- no le quitas los ojos de encima.
- - Hoy voy a ir a por todas- le respondió Lucía- aprovechando que mis padres no están.
- - Solo se fija en las mayores, a nosotras nos ve como unas niñatas.
- - Eso lo veremos- le contestó mientras dejaba el vaso con seguridad intentando creerse sus propias palabras.
Pero cuando llevaban unos minis a Lucía ya se le había olvidado Pablo. Llegaron a la discoteca con ganas de darlo todo en la pista, y lo hicieron. Allí sonó desde George Michael hasta Rick Astley, pasando por A-ha, Tears for fears y Cindy Lauper. El éxtasis vibraba en la pista, Marta, Charo, Laura y Lucía se abrazaban mientras no paraban de saltar.
- - ¡¡Girls yas wan jav fannn!!- gritaban, no sabían ni cómo se pronunciaba ni lo que estaban diciendo, pero era como un himno para ellas.
- - Por allí está Pablo y está mirando hacia aquí- le dijo de repente Marta a Lucía.
- Hoy creo que me da igual, ¿vamos a ver si nos podemos pedir el último cubata?
- - ¡Venga!- respondieron las cuatro al unísono.
Juntaron las monedas que les quedaban y camelándose al camarero que estaba en la barra consiguieron que les pusiera la copa.
Apuraron hasta el último sorbo, y en cada trago cada una proponía un brindis.
- - ¡Porque perdamos la virginidad!- vociferó Charo.
- - Por seguir viniendo a bailar a la Punisher.
- - ¡Salut!- gritaban al aire simulando tener todas un vaso.
La música paró en seco y se empezaron a encender todas las luces. ¡Eran las seis de la mañana!, no se lo podían creer. Se fueron tarareando y haciendo eses. Lucía y Marta que vivían cerca fueron las últimas en despedirse:
- - Mañana más guapa, que todavía queda fin de semana.
- - Vas a desear que llegue el lunes- dijo Lucía ondeando su mano mientras le decía adiós.
Cuando llegó a su casa todo le daba vueltas. Acabó abrazada a la taza y con una sonrisa de oreja a oreja. Al día siguiente la cabeza le retumbaba y un eco de resaca le recorría todo el cuerpo dejándole un poso de libertad y felicidad.
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