martes, 23 de marzo de 2021

6. Orgasmo




 

Creyó que se había hecho pis. O que estaba a punto de hacerlo porque la sensación le resultó parecida. Y no, después cayó en la cuenta que había tenido un orgasmo.

Raúl era un chaval guapo y con mucho gancho, y eso le había hecho perder la cabeza desde la primera vez que se fijó en él. Pasados unos meses desde que era más que público que Ana bebía los vientos por él empezaron a salir.

Y llegó el primer beso. Después más besos robados en el momento de la despedida. Pero la cosa iba en aumento. Cada vez eran más los ratos que buscaban sitios oscuros para permanecer pegados el máximo tiempo posible, caricias, juegos de manos y roces intencionados.

Ana se sentía feliz. Era lo que siempre había idealizado desde que oyó la palabra amor. Cómo tocar el cielo muy cerca de la tierra. Lo que no se le pasó por la cabeza fue que hubiera un final.

 

Caía la media tarde de un día en el que no había tenido noticias de Raúl. Se sentía inquieta y, cómo no tenía teléfono en casa, bajó a la plaza a llamarle desde una cabina. Su madre descolgó al otro lado de la línea justo cuando ella lo vio aparecer doblando la esquina, no iba solo.

-          ¿Dígame? ¿sí, sí?- se oía de fondo.

Su acompañante era morena y la peor pesadilla de Ana desde hacía unos días que había aparecido en las fiestas del pueblo. Dejó el auricular caer y sin pensar se encaminó hacia ellos. Raúl no se percató de su presencia hasta que la tuvo encima, y sin saber cómo reaccionar y ante la cara perpleja de la muchacha que le acompañaba, le dijo con desdén:

-          Luego hablamos – y continuó la conversación con la chica de oscuros cabellos.

Ana se dio media vuelta e intentó desparecer por el recoveco más cercano. Era la primera vez que le rompían el corazón.