jueves, 3 de junio de 2021

11. Pies

 


Sus pies tan esponjosos y pequeños, le despertaban ternura y le eran ajenos a la par. Cuando rozaban su piel la sensación era agradable, pero estaban unidos a un cuerpo con el que aún no se había familiarizado.

Nunca pensó en ser padre. El embarazo de Lola le había pillado por sorpresa y, ante la estupefacción y confusión, habían continuado adelante probablemente por inercia. La criatura recién llegada buscaba su mirada entre movimientos torpes y espasmódicos, tanteaba una conexión con su progenitor no correspondida.

La cosa no pareció mejorar con el tiempo. El bebé pasó a ser un hombrecito y, en lugar de forjarse lazos de afecto entre ellos, la indiferencia parecía ser la tónica de su relación.

No era que lo despreciase, simplemente no había germinado la unión que parecía lógica entre padre e hijo.

Lola lo notaba y no sabía darle explicación al suceso. Llegó a la conclusión de que su marido no tenía capacidad de amar. A pesar de ello siguieron comportándose como una familia, aunque en el fondo siempre había un poso de tibieza y desdén que empañaba la atmósfera.

El pequeño Tomás fue creciendo hasta convertirse en un adulto firme y constante. Se casó con María y tuvieron dos hijos. A María nunca llegó a hacerla feliz, y sus hijos, con el paso de los años, fueron dejando poco a poco de tener relación con Tomás. Tampoco oirían hablar jamás de su abuelo.

 

 


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