jueves, 15 de julio de 2021

13. Imaginación

 


-          Todo está en tu imaginación – era lo que le decía su padre cuando se ponía a quejarse de lo que había ocurrido la noche anterior.

Y cuando se quedaba solo en su habitación era lo que intentaba pensar con todas sus fuerzas. Había veces que lo conseguía contando los tic-tac de su despertador, pero otras veces venían a visitarle y entonces el sueño se torcía.

Habían visitado varios especialistas. Estrés, ansiedad, todavía no era un adulto y ya tenía más episodios traumáticos de los que le gustaría. Aún así intentaba comportarse como un niño “normal” cuando iba al colegio. Se le daba bien, no es que llegase a encajar del todo pero pasaba más o menos desapercibido, como mínimo lo suficiente para que no se metiesen con él.

Pero luego llegaba la noche y empezaba el calvario. “Es por mi maldita imaginación”, se decía, pensaba que esa era el motivo de sus múltiples problemas.

-          Hasta mañana – le dijo su padre – si quieres te dejo la luz encendida.

-          No papá – le salió la voz entrecortada, pero intentó mostrar entereza.

Cuando la última luz estuvo apagada y el silencio se apoderó de la casa él ya iba por el 300 tic-tac.

-          Trescientos uno- dijo para sí, pero el siguiente segundo no llegó a sonar.

Algo va mal, algo va mal, se dijo. Estaba cerrando los ojos con todas las fuerzas que podía, no los quería abrir. Pero la curiosidad era más fuerte que él, así que abrió un ojo y no vio nada raro, bien, uff, y lo volvió a cerrar. Algo dentro de sí le decía que lo abriera otra vez, no quería hacer caso, no quería, solo un poquito, y lo hizo.

La sombra estaba al lado de su despertador, no se movía, era oscura, colocada en el pico de la mesita permanecía inerte. Se iba a hacer pipí encima. Papá, levántate, se decía en su cabeza. El silencio continuaba reinando en el cuarto, intentó dejar de respirar. Hasta que no pudo más, soltó el aire y notó encima de su cabeza un roce.

Gritó, lo más fuerte que pudo, y salió corriendo a la habitación de sus padres.

-          Estaba allí papá, estaba allí.

-          ¿El qué?

-          La sombra papá, la sombra.

Sus padres se miraron con resignación.

-          Ya ha pasado todo, duerme hoy aquí y mañana ya veremos.

Los terrores nocturnos se repitieron durante toda su infancia. Odiaba imaginar cosas, percibir cosas donde nadie veía nada más.

Sin embargo un día todo cambió. Acababa de recibir una llamada, le iban a publicar su primera novela, de terror. Su agente insistió en que el nombre era muy importante, su carta de presentación, pero él prefirió no cambiarlo, utilizaría el suyo, le sonaba bien, Stephen King.


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