sábado, 11 de septiembre de 2021

17. Elegir


Llegó el día. Siempre le había costado decidirse, y esa circunstancia no iba a ser una excepción. En realidad la primera criba no fue para tanto, pero después de haber reducido a dos los posibles, sí le estaba resultando un quebradero de cabeza.

Buscó sus nombres en internet, y cuando supo que Aiko significaba “hijo del amor” lo tuvo claro.

Llamó rápidamente a la agencia para comunicar su elección y que concertasen el correspondiente encuentro dónde conocería a su pretendiente. No cabía en sí de la emoción, Aiko, Aiko, se decía para sí.

Tener más de treinta en Japón y no haber hallado aún a la persona que va a ser tu pareja es una situación complicada y más si el resto de factores no acompañan, como que todas tus amigas ya estén “felizmente” casadas y tu familia, con una falsa pose de gente moderna, esté presionando por detrás. 

Así que terminó por recurrir al “Omiai moderno” como lo veía ella, o que te busquen novio a través de una empresa profesional. 

A pesar de ser una forma muy particular de buscar el amor, las mariposas revoloteaban en su estómago. Nunca había sido una persona muy fantasiosa, sin embargo llegado el momento no podía negarse a sí misma una especie de incertidumbre esperanzadora hacia lo que podía encontrarse. 

Sabía perfectamente la indumentaria que iba a llevar para conocerlo. El kimono que había heredado de su abuela y que con tanto esmero había cuidado el día que su madre lo puso a su disposición. 

Fue puntual a la cita. 18.30 en un café de Odaiba. 

Doblaba una servilleta con ansiedad mientras se hacía la despistada para no dar la sensación de estar pendiente de cualquier movimiento que pudiera haber dentro del establecimiento. Sonó la campanilla y giró su cabeza hacia allí. Era él, lo sabía, un hombre con una sonrisa dibujada en su rostro acababa de cruzar el umbral de la puerta.


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